domingo, 29 de diciembre de 2013

¿Qué significa una asociación, en la ludopatía?


Tratado el 02/06/2013.

Un lugar donde poder encontrar todo eso que necesitas y que estás buscando desesperadamente:
Información, dialogo, aprendizaje, unidad, fuerza y grandes dosis de comprensión, algo sumamente importante, sobre todo en esos momentos iniciales en los que llegas, perdido y hundido totalmente. En muchas ocasiones la asociación, es la última esperanza que les queda tanto a los ludópatas, como a su entorno más cercano, de frenar un distanciamiento que de otra manera pasaría a ser definitivo.

¿Qué hacer y cómo conseguir dejar el juego? Algo tantas veces intentado anteriormente en solitario por parte del ludópata, desconocedor en muchos casos de que lo que le ocurre es una enfermedad, altamente peligrosa si no se la trata debidamente en un centro especializado; no ese vicio que durante tanto tiempo creyó que era y que con un poco de fuerza de voluntad y mucho de suerte podría llegar a controlar.
¿Qué le pasa y porqué se comporta de esa manera? Es algo que se pregunta, en muchas ocasiones el familiar, sin obtener una respuesta clara y concisa; algo que le ayude a comprender, que el ludópata hace lo que hace, no por ser una mala persona y no tener sentimiento positivo alguno hacia el mismo y por supuesto hacia los demás, por muy allegados que puedan llegar a ser; sino que actúa de esa manera impulsado por una enfermedad, que le impide razonar de una manera sensata cuando se trata de controlar sus fuertes impulsos hacia el juego.

El mejor sitio para encontrar respuestas, a esas y otras muchas preguntas relacionadas con
el juego compulsivo, sin duda alguna es una asociación. Donde además de darte esas respuestas, se aprende a buscar soluciones adecuadas en cada caso en particular, encaminadas a una buena rehabilitación de la ludopatía y en las relaciones familiares y sociales; altamente deterioradas durante la etapa de juego.
Integrarse y dejarse guiar por una asociación, es la mejor opción para el ludópata y su familia, si realmente pretenden salir de la pesadilla en que convierte el juego patológico la vida de todos los afectados por el, directa o indirectamente.

Hasta pronto.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Cómo hacer frente a las deudas.


Tratado el 30/05/2013

Cuando a causa de una ludopatía se han generado deudas, (algo que por desgracia es muy frecuente) no se debe actuar por impulsos a la hora de querer pagarlas, algo así podría traernos mayores problemas aún.
Es importante pensar detenidamente como afrontar tal situación, al igual que es importante ser conscientes que el juego NUNCA, debe ser el camino elegido para obtener el dinero con que pagarlas; a poco que echemos la vista atrás, observaremos que ese camino solo nos puede hundir aún más, en los problemas.
Para empezar y si es que no lo hemos hecho aún, este seria un buen momento para pedir ayuda, tanto a la familia, como a una asociación. A la familia, para tratar de encontrar un apoyo, y a una asociación especializada en ludopatía, para aprender los pasos a seguir, no solo con la deuda, si no con todo lo relacionado con la rehabilitación del juego y sus consecuencias; por supuesto en ambos casos de manera totalmente sincera, de otra forma, se trataría tan solo, de un fraude más que añadir a una larga lista.
Ayudar a un ludópata con las deudas, no quiere decir pagárselas sin más, ese es un error cometido por muchos familiares, (yo incluido) cuando se enteran de lo que sucede con el juego, pero que no comprenden la profundidad del problema que se les plantea. De hecho en un principio y si no se cuenta con la información adecuada, se cree que es tan solo eso, un problema pasajero, que una vez pagado y con un poco de voluntad después de la lección recibida, estará todo solucionado en poco tiempo.
Craso error del que no tardamos en darnos cuenta. Ni la ludopatía es un problema pasajero, sino una grave enfermedad, crónica y recurrente; ni pagándoles las deudas sin más, hacemos otra cosa, aparte de crearles una sensación de impunidad total, al pensar que el dinero cae del cielo. Puesto que al ver resuelta rápidamente, la situación que en un principio se les antojaba sin salida, sin pasar por otra cosa más que un una reprimenda más o menos fuerte, en cuanto se les pasa el susto y la familia se confía al considerar el tema resuelto, el regreso al juego no tarda en producirse. Lo mejor es que sea el ludópata quien se haga cargo de pagar sus deudas de juego, aunque en un principio y si la situación lo requiere, el entorno familiar le preste el dinero, es conveniente sea totalmente devuelto a quien en su momento lo adelantó.
También es conveniente estudiar todas las deudas adquiridas, y trazar un plan de pago que se ajuste a nuestras posibilidades reales de pago, gestionando este pago en medida a su prioridad. En ocasiones ampliar ese plazo en lo posible, amplia la capacidad de perspectiva del enfermo respecto a su situación actual y el porque de tal situación, sirviendo de recordatorio de porque se encuentra así y porque no quiere volver a situaciones pasadas.

Hasta pronto.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Separar problemas.


Tratado el 21/06/2013

Uno de los errores que cometemos más asiduamente todos los implicados en la ludopatía, es el de no separar problemas.
Una vez que nos vemos envueltos en la vorágine de la ludopatía y todo lo que ésta implica, al principio, frecuentemente vamos echando todo al mismo montón, sin pararnos a pensar si todas esas distintas cosas, suceden por la misma causa, o si tienen la más mínima relación con ella.

Que una persona sea ludópata y sobre todo en el momento actual está siguiendo un proceso de rehabilitación, no quiere decir que todas sus acciones estén influenciadas por su enfermedad. Puede ser cierto que en algún momento de su vida, la ludopatía haya sido el eje en torno al cual giraba su existencia, pero eso no es motivo suficiente para pensar que no existiesen también otros factores que completasen, moldeasen y rigiesen en ese momento de su vida, y por supuesto en los sucesivos.

Al igual que el comportamiento del familiar del ludópata, respecto a éste, no siempre está motivado por el conocimiento de dicha ludopatía y sus consecuencias. Por lo tanto permanecer siempre a la defensiva, pensando siempre en la ludopatía como motivo para todo, nos lleva de cabeza a todos, a los reproches infundados y a situaciones incomodas, que más tarde cuestan mucho subsanar.

Cierto es que en algunos casos, como el que se trató en la terapia de ayer en mi asociación, con desapariciones de objetos por medio, cuando ya ha habido ciertos antecedentes de casos similares, en los que el ludópata a tomado parte, son difíciles de separar por parte del entorno del enfermo en cuestión, y que el restablecimiento de la confianza puesta en él anteriormente, difícilmente volverá a ser completa. En situaciones como ésta, el enfermo debe ser consciente y darse cuenta, de que aunque puede que en ese caso en particular él no tenga nada que ver, esa desconfianza y actitud por parte del entorno, es algo que él se ha estado ganando a pulso y con matricula de honor, durante mucho tiempo atrás y que por lo tanto, seguramente también durante mucho tiempo, tendrá que seguir sufriendo sus consecuencias.
Este puede ser un claro ejemplo de lo difícil que resulta a veces poder separar problemas, pero no por ello se tiene que dejar de intentar al menos. Aprender cosas como esa, es uno de los motivos por los que acudimos a las asociaciones; también por cosas como esa, son por las que todos debemos seguir lo mejor posible las medidas preventivas, ya que es el único medio que tenemos para intentar que no se repitan en el futuro.


Hasta pronto.

martes, 17 de diciembre de 2013

Cambio de hábitos y costumbres.


Tratado el 06/06/2013

En ocasiones anteriores ya hemos hablado de la importancia de ser claros a propósito de cómo queremos vivir y como establecer y proponer objetivos y cambios específicos. Por eso y para no cansaros demasiado repitiendo una y otra vez mi propia opinión, en esta ocasión, me limitaré a mostraros parte de un articulo que he encontrado en la Web “Cambiando el rumbo”


Ahora que hemos decidido que queremos cambiar, pero sobre todo que cambiar, ahora que nos hemos aclarado a nosotros mismos cuáles son los aspectos a modificar para ser mejores personas, para vivir mejor, para querernos más, llega la parte menos fácil.
No os quiero asustar o hacer que tiréis la toalla, pero decidir cambiar algo y tener clara la dirección no es suficiente. Se necesita HACER, ACTUAR. Pasar de las ideas a la acción, de las palabras a los hechos. Y como en todas las cosas importantes de nuestra vida, no será un camino de rosas. El camino hacia la libertad y la felicidad, nos llevará a librar una batalla contra algunos enemigos que se opondrán a nuestra voluntad de cambiar y se interpondrán entre nosotros y la mejor versión de nosotros mismos.
Pero nada de miedo, como en todas las batallas, si conocemos al enemigo tendremos más posibilidades de ganar. Los enemigos más agresivos que encontraremos a lo largo del recorrido serán tres. Costumbres o hábitos, miedo a lo desconocido y soberbia.
Empezamos hablando de las costumbres o hábitos. Los hábitos son los principales agentes limitadores del desarrollo personal en términos de cambio. Definimos, antes de nada, la personalidad como aquello que los demás ven de nosotros: Se refleja a través de actuaciones, posiciones y comportamientos.
Las costumbres representan el 1’80% de nuestra personalidad (por tanto, de nuestro comportamiento). Hábito significa reaccionar siempre del mismo modo ante una situación típica. No uso por casualidad la palabra reaccionar . Las personas fuertemente metódicas se guían por el modelo estímulo-reacción. Al producirse un estímulo, casi automáticamente reaccionan de una manera consolidada, formada por innumerables experiencias anteriores. Es esto lo que hace que la costumbre sea así de fuerte: deriva del saber hacer, y es el saber hacer lo que nos hace seguros. Una costumbre es automática: estamos en grado de hacer algo sin pensar y por ello de hacer también otra cosa contemporáneamente.  Obviamente, debido a estas características, no todas las costumbres son deseadas. El hecho de reaccionar siempre del mismo modo limita el campo de elección de nuestras posibilidades sin darnos cuenta. A la larga dejamos de buscar alternativas, pero nos concentramos en consolidar y afianzar mejor aquello que exprimimos habitualmente.

El esfuerzo debería ser, en cambio, aquel de pasar del modelo estimulo-reacción a un modelo más funcional de pensamiento dónde al alcanzar un estímulo, donde somos capaces de valorar distintos tipos de acciones y elegir la mejor, la más funcional a nuestra situación. Para ello es necesario alcanzar un adecuado nivel de consciencia en nosotros y de aquello que nos rodea, debemos ejercitar la creatividad y la intuición, y seguir nuestros principios y valores. Estos aspectos nos ayudan a desarrollar distintas alternativas entre las cuales poder elegir la mejor acción.

Busquemos un ejemplo. Si al experimentar un estímulo como el hambre yo actuase siempre automáticamente cocinando un plato de pasta con tomate, podríamos sobrevivir. Este es el modelo estímulo-reacción, donde la costumbre es cocinar siempre la pasta, porque me viene bien, porque soy un experto, o porque no se cocinar otra cosa. Ni quiero aprender a cocinar ni me interesa siquiera saber más allá del estímulo- hambre que siento.
Si, en cambio, al sentir hambre empezase a razonar en otros términos, preguntándome, por ejemplo, qué hora es y si la mejor opción fuese una merienda rápida o una comida sustanciosa. ¿Qué debo hacer después de haber comido? ¿Debo trabajar? ¿Hacer la compra? ¿Hacer deporte? ¿Dormir? ¿Qué puedo comer que no me perjudique la salud? ¿Qué puedo cocinar con lo que tengo en la nevera? ¿Qué puedo cocinar para terminar las cosas que están a punto de caducar, visto que uno de mis valores es no desperdiciar nunca la comida?

Actuando de este modo, creamos distintas posibilidades para satisfacer el estímulo del hambre, pero en un modo creativo, ecológico y ajustado a nuestros valores. Estoy saliendo de la costumbre de actuar siempre cocinando pastas. El ejemplo, repito, es apropósito banal, pero ejemplificativo. Mucha gente reacciona así cuando debe llenar un agujero en el estómago, pero no lo hace por cuestiones igualmente importantes o más importantes aún. Muchas personas reaccionan siempre de la misma manera frente a una discusión con su pareja, a veces gritando o poniendo morros, muchos de nosotros actuamos del mismo modo cuando discutimos con un jefe o con un empleado. Somos conscientes de ello, de hecho después nos arrepentimos y decimos “siempre acaba así. Debo cambiar” o bien “yo sabía que acabaría así, porque se como soy”.

No todos los hábitos son negativos. Tenemos costumbres buenas, funcionales, y otras en cambio absolutamente indeseables, de las que deberíamos desprendernos. El objetivo de nuestra vida es vivir de la mejor forma posible, por tanto, cada uno, según sus propios principios, ideales, valores sabe exactamente cuáles son los propios hábitos que debemos mantener y cuáles, por el contrario, debemos cambiar o modificar en el mejor de los casos. Bien, ahora probemos a cambiar los hábitos perjudiciales.

Preparamos dos listas, la primera contiene las costumbres que no nos gustan, son de las que debemos desprendernos. Procedamos:


  • Escribimos los hábitos que queremos eliminar o cambiar. No es algo banal. Superficialmente podemos considerar que casi todo va bien, pero reflexionemos mejor. Pensemos en todo lo que nos ha limitado en nuestro éxito, en nuestro bienestar, en nuestra felicidad y en nuestra salud. Pensemos en nuestros momentos de frustración y en su causa. ¿De verdad no somos capaces de reconducir ninguno de estos aspectos hacia uno o más hábitos?
  • Motivación. Una vez encontrados los hábitos sobre los que trabajar, los analizamos uno por uno de manera profunda preguntándonos: ¿cuál es la motivación que hay dentro de esta costumbre? ¿Qué nos da este hábito que otros no nos dan? Escribamos al lado de cada una de las costumbres cuales son los motivos que nos empujan a este comportamiento. Identifiquemos qué necesidades satisfacen estos hábitos.
  • Alternativas. Ahora que sabemos qué es lo que nos mueve a comportarnos siempre del mismo modo y qué necesidades son cubiertas por costumbres disfuncionales a eliminar, podemos trabajar para crear alternativas. Encontremos algo que satisfaga las mismas necesidades, la misma motivación, pero que sea positivo y funcional con nosotros y con los nuevos valores que queremos aprender y con los antiguos que queremos fortalecer.


A continuación la segunda lista; las costumbres que queremos adoptar. Aquí la cosa es más fácil, decidamos y actuemos. ¿Queremos practicar más deporte? Pues encontremos la actividad hecha para nosotros, no la primera que encontremos, sino aquella que nos guste. Probemos el gimnasio, correr, bicicleta, el tenis, la natación… en definitiva, después de encontrar la actividad adecuada, busquemos un amigo con quién realizarla. Al principio esta “alianza” nos ayudará a divertirnos y a mantener la ‘obligación’ hasta que se haya convertido en un buen hábito. Cada cambio importante es más fácil de afrontar con aliados a nuestro lado que nos ayudan a seguir adelante y a permanecer concentrados en el objetivo.  Ahora que tenemos también la lista de los nuevos hábitos a asimilar. Comparemos las dos listas. ¿Hay alguna de las “buenas” que puede ayudar a suprimir una de las “malas”? Me explico: si en la lista de las “malas” estuviera ‘encender el ordenador después de la cena para ver el correo del trabajo’ y en la lista de las “buenas” hubiéramos escrito ‘pasar más tiempo con mi pareja’ me parece fantástico. Olvidemos a propósito el portátil en el trabajo, en el coche o en el garaje: cenemos, después pidamos a nuestra pareja sentarse a nuestro lado y hablar. Veamos una película, o lo que sea, pero juntos. Realicemos cosas que nos hagan sentirnos bien.

En conclusión, habituemonos a estar bien.

La última cosa. Si no queréis (o no lo necesitáis) modificar grandes hábitos o costumbres, os aconsejo cambiar un poco aquellas pequeñas manías. Cambiad cada poco de camino para ir al trabajo o a hacer la compra, cambiad vuestro sitio en la mesa, modificad el orden con el que hacéis las cosas cuando os levantáis: Es decir, acostumbrémonos a no ser monótonos también en las pequeñas cosas, nuestro cerebro nos lo agradecerá.

Fabio Parietti
Traducción: Cristina Yuste Hernández


Como podéis observar, el artículo no está relacionado con la ludopatía, pero creo puede servir perfectamente para nuestro caso, como para cualquiera en el que sea necesario un cambio de hábitos y costumbres.

Hasta pronto.

viernes, 13 de diciembre de 2013

¿La rehabilitación es posible? ¿Cuándo se puede hablar de estar rehabilitado?


Como todos sabéis yo no soy ludópata, si no familiar de uno y por lo tanto como tal daré mi opinión.
Para empezar, considero y creo firmemente que la rehabilitación, si es posible; en caso contrario todos los esfuerzos realizados desde hace tanto tiempo por toda la familia, serian un sinsentido y una lamentable perdida de tiempo.
En cuanto a cuando se puede decir que un ludópata está rehabilitado o no y como digo desde mi punto de vista como familiar, creo que desde que el/la ludópata es capaz de cumplir las medidas preventivas sin necesidad de que alguien tenga que estar detrás de el/ella para hacerlo se puede hablar de rehabilitación. Por supuesto eso es algo que no llega así como así, de la noche a la mañana, se necesita de mucho tiempo para ello, a decir verdad varios años, quienes por confiarse en exceso antes de tiempo y creerse ya preparados, dejan de asistir a las terapias de grupo y van  abandonando el cumplimiento de dichas medidas preventivas, sobre todo entre el año y los dos años o poco más, multiplican considerablemente tal y  como muestran las estadísticas, el riesgo de recaída.
Pero quienes mantienen su afán por permanecer rehabilitados y son conscientes que el peor enemigo de un ludópata, es él mismo y el exceso de confianza en sus posibilidades,
pueden llevar perfectamente una vida totalmente normal, sin juego y manteniendo las medidas preventivas en el punto justo, acorde con los conocimientos adquiridos en toda su etapa de permanencia en una asociación, que sin duda y a día de hoy, es el mejor método de aprendizaje y mantenimiento, de todo lo necesario para rehabilitarse de manera correcta y mantenerse de esta forma, el mayor tiempo posible.
Seria interesante poder contrastar vuestras opiniones al respecto.

Hasta pronto.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Juego patológico.









La definición de juego patológico o ludopatía, es algo que en estos tiempos de Internet se encuentra rápidamente a poco que se busque.
Se puede encontrar explicado de distintas maneras y también desde distintos puntos de vista:

  • De forma científica y profesional. Con abundantes, metódicos y largos estudios, realizados por reputados psiquiatras y psicólogos, que de manera fría y calculada al milímetro, tratan de ayudar con su trabajo a quienes padecen está enfermedad y de paso, pero no por ello dándole menos importancia, tratando de obtener con ello fama y fortuna. Por poner un ejemplo y de esa manera evitar extenderme mucho con esta entrada pondré el enlace siguiente. www.cop.es/colegiados/t-00932/juego.html Si lo echáis un vistazo, comprobareis que al igual que otros muchos que es posible ya hayáis leído, se centra en explicar las conclusiones a las que ha llegado un cierto número de profesionales, basándose en lo que otras personas les han explicado directamente a ellos o a terceras personas, que ya habían publicado anteriormente otros estudios. Con todo ese material se trata de profundizar algo más y “voila” un nuevo estudio en el mercado y reconocimiento para sus autores.
  • De manera emocional y personal. Método utilizado desde las múltiples asociaciones de autoayuda, formadas jugadores rehabilitados, blog y foros de opinión.

Lo que ocurre es que entre saber lo que es y asimilar que eso es lo que nos ocurre a nosotros y que por lo tanto tendremos que convivir con ello, segundo a segundo de por vida, existe un gran trecho. Justo por eso en las asociaciones, no es difícil encontrar quienes después de mucho tiempo en ellas, se sepan la teoría al dedillo pero que estén en “pañales a la hora de poner esos conocimientos en practica.
En definitiva que en esta enfermedad, al no disponer de medicamentos específicos para su tratamiento y mejoría, lo único que nos queda para buscar una rehabilitación, es recopilar la máxima información posible sobre ella y seguir una serie de medidas preventivas para mantenerla bajo control de por vida.

Hasta pronto.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Miscelánea.


He puesto este curioso titulo a la entrada porque ayer el tema del día en la asociación fue libre.
Por lo tanto se trataron de forma breve varias cuestiones, por supuesto y como suele ser habitual se hablo del dinero, para ser más exactos de los distintos puntos de vista entre ludópatas y familiares sobre el control del dinero.
Es algo habitual que los enfermos aún no se han dado cuenta de la verdadera importancia a la hora de cumplir con esta medida preventiva, se quejen del poco dinero que pueden manejar en su vida diaria, sin pararse a pensar en si realmente necesitan más para cubrir las necesidades reales y no es tan solo, por el típico “por si acaso” que en realidad no es otra cosa que la necesidad que sienten de llevar un dinero “extra” encima que no haría otra cosa que perjudicarlos seriamente al servir de fuerte tentación, cuando no se tienen todavía las ideas completamente claras al respecto.
En ocasiones ejercen tal presión en quienes les llevan el control, que llevarlo a cabo, se hace prácticamente inaguantable terminando por explotar en frecuentes discusiones. Antes de hacer ese tipo de presión seria conveniente que se parasen a pensar que eso se hace así por el bien de todos y no por capricho y también en si sus demandas son posibles, con la situación de la economía familiar en ese momento que tal vez necesite emplear ese dinero en otras cosas más prioritarias para todos, que un mero capricho particular como pueda ser el tomar unos vinos, fumar más o menos.



También se trató de la actitud de los enfermos después de un tiempo de permanencia en la asociación, siendo unánime la sensación de mejoría en todos ellos a pesar de algún que otro “pero”. Claro que en este punto también hay que decir ocurre de igual manera entre los familiares, ya que todos estamos en la asociación para intentar al menos mejorar.


Otro tema tratado una vez más fue el de los juegos sustitutorios, con el consiguiente debate de cuales pueden estar “permitidos” por considerarles de habilidad o cuales no por ser de azar. Por mi parte lo tengo claro que juegos de azar como es lógico ninguno y los considerados de habilidad si, con la limitación que imponga la propia actitud del ludópata ante tal juego o evento, si se denota una alteración en su comportamiento como irritabilidad, ansía por ganar a toda costa, dejar de realizar otras labores por jugar, incapacidad de mantener el tiempo destinado para dicho juego,…o cualquier otro cambio negativo en su conducta, lo mejor es dejar de practicar cualquier tipo de juego y curarse en salud.



Como se puede apreciar en la imágenes, no es lo mismo obsesionarse con un juego, que disfrutar y divertirse en compañía de otros con el.

Por cierto y aprovechando que se acercan las navidades con el al menos en España, típico sorteo de navidad y rifas de todo tipo de papeletas para cestas y regalos, (no se si en otros lugares sucederá igual) os incitaré todos estos días hasta entonces a extremar más si cabe, las precauciones y poner en practica el ¡NO! «No dejaros tentar por tradiciones ni zarandajas por el estilo, que pueden tirar por tierra lo conseguido hasta el momento»
Hasta pronto.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Precipitación de acontecimientos.

  
El sábado en la asociación hablamos de la película del  2007 “El jugador” dirigida por Azucena Rodríguez. Una película muy interesante y que nos relata como se desarrolla la vida de Carlos, un jugador empedernido que no es consciente que en realidad es un ludópata y a causa de ello comete todo tipo de desmanes poniendo en serio riesgo la estabilidad de su familia que se ve desbordada por los acontecimientos.
Desde luego a mi parecer, es una de las películas que mejor relatan el tema de la ludopatía, puesto que lo trata desde muchos puntos de vista:
  • El de la esposa, que a pesar de ser consciente de lo que pasa, trata de tapar en lo posible el problema, por no saber cómo hacerle frente.
  • El de la hija mayor, que quien se rebela contra su padre y la única capaz de plantarle cara en la familia.
  • El del hijo, que a pesar de conocer lo que ocurre, tampoco sabe como actuar y en algunas ocasiones le presta dinero a escondidas e incluso le permite jugar a videojuegos.
  • El del amigo, que trata de ayudarle en lo posible, pero que tampoco sabe como ayudarle, debatiéndose entre la fidelidad a su amigo o comentar lo que observa con la esposa de este.
  • El de los vecinos, que tan solo ven en él a un ladrón sinvergüenza.
  • El del camarero, al que a fin de cuentas, lo que le importa es su negocio.
  • El de quien le ha ganado dinero y le presiona para que se lo pague lo antes posible.
  • El del jefe, que a pesar de sus sentimientos hacía Carlos, debe tomar una decisión difícil e indeseada.
Todo ello envuelto en un clima, que a quienes por desgracia hemos pasado por situaciones semejantes, nos hace sentir reflejados en la película, tal cual estuviese relatando escenas de nuestra propia vida; desde luego tanto su directora como todos y cada uno de los actores que intervienen en ella, lo bordan.

El desarrollo de la trama, comienza con un Carlos ya desbocado y en caída libre que precipita toda una serie imparable de acontecimientos.


Por todo ello, desde luego recomiendo el visionado de dicha película a quien esté pasando por una situación similar a ésta, y a toda la sociedad en general para que tome conciencia de lo que representa un drama como este tanto para la propia persona que lo padece, como para todo su entorno que lo sufre, especialmente su familia más directa con la que convive.
Hasta pronto.