domingo, 29 de diciembre de 2013

¿Qué significa una asociación, en la ludopatía?


Tratado el 02/06/2013.

Un lugar donde poder encontrar todo eso que necesitas y que estás buscando desesperadamente:
Información, dialogo, aprendizaje, unidad, fuerza y grandes dosis de comprensión, algo sumamente importante, sobre todo en esos momentos iniciales en los que llegas, perdido y hundido totalmente. En muchas ocasiones la asociación, es la última esperanza que les queda tanto a los ludópatas, como a su entorno más cercano, de frenar un distanciamiento que de otra manera pasaría a ser definitivo.

¿Qué hacer y cómo conseguir dejar el juego? Algo tantas veces intentado anteriormente en solitario por parte del ludópata, desconocedor en muchos casos de que lo que le ocurre es una enfermedad, altamente peligrosa si no se la trata debidamente en un centro especializado; no ese vicio que durante tanto tiempo creyó que era y que con un poco de fuerza de voluntad y mucho de suerte podría llegar a controlar.
¿Qué le pasa y porqué se comporta de esa manera? Es algo que se pregunta, en muchas ocasiones el familiar, sin obtener una respuesta clara y concisa; algo que le ayude a comprender, que el ludópata hace lo que hace, no por ser una mala persona y no tener sentimiento positivo alguno hacia el mismo y por supuesto hacia los demás, por muy allegados que puedan llegar a ser; sino que actúa de esa manera impulsado por una enfermedad, que le impide razonar de una manera sensata cuando se trata de controlar sus fuertes impulsos hacia el juego.

El mejor sitio para encontrar respuestas, a esas y otras muchas preguntas relacionadas con
el juego compulsivo, sin duda alguna es una asociación. Donde además de darte esas respuestas, se aprende a buscar soluciones adecuadas en cada caso en particular, encaminadas a una buena rehabilitación de la ludopatía y en las relaciones familiares y sociales; altamente deterioradas durante la etapa de juego.
Integrarse y dejarse guiar por una asociación, es la mejor opción para el ludópata y su familia, si realmente pretenden salir de la pesadilla en que convierte el juego patológico la vida de todos los afectados por el, directa o indirectamente.

Hasta pronto.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Cómo hacer frente a las deudas.


Tratado el 30/05/2013

Cuando a causa de una ludopatía se han generado deudas, (algo que por desgracia es muy frecuente) no se debe actuar por impulsos a la hora de querer pagarlas, algo así podría traernos mayores problemas aún.
Es importante pensar detenidamente como afrontar tal situación, al igual que es importante ser conscientes que el juego NUNCA, debe ser el camino elegido para obtener el dinero con que pagarlas; a poco que echemos la vista atrás, observaremos que ese camino solo nos puede hundir aún más, en los problemas.
Para empezar y si es que no lo hemos hecho aún, este seria un buen momento para pedir ayuda, tanto a la familia, como a una asociación. A la familia, para tratar de encontrar un apoyo, y a una asociación especializada en ludopatía, para aprender los pasos a seguir, no solo con la deuda, si no con todo lo relacionado con la rehabilitación del juego y sus consecuencias; por supuesto en ambos casos de manera totalmente sincera, de otra forma, se trataría tan solo, de un fraude más que añadir a una larga lista.
Ayudar a un ludópata con las deudas, no quiere decir pagárselas sin más, ese es un error cometido por muchos familiares, (yo incluido) cuando se enteran de lo que sucede con el juego, pero que no comprenden la profundidad del problema que se les plantea. De hecho en un principio y si no se cuenta con la información adecuada, se cree que es tan solo eso, un problema pasajero, que una vez pagado y con un poco de voluntad después de la lección recibida, estará todo solucionado en poco tiempo.
Craso error del que no tardamos en darnos cuenta. Ni la ludopatía es un problema pasajero, sino una grave enfermedad, crónica y recurrente; ni pagándoles las deudas sin más, hacemos otra cosa, aparte de crearles una sensación de impunidad total, al pensar que el dinero cae del cielo. Puesto que al ver resuelta rápidamente, la situación que en un principio se les antojaba sin salida, sin pasar por otra cosa más que un una reprimenda más o menos fuerte, en cuanto se les pasa el susto y la familia se confía al considerar el tema resuelto, el regreso al juego no tarda en producirse. Lo mejor es que sea el ludópata quien se haga cargo de pagar sus deudas de juego, aunque en un principio y si la situación lo requiere, el entorno familiar le preste el dinero, es conveniente sea totalmente devuelto a quien en su momento lo adelantó.
También es conveniente estudiar todas las deudas adquiridas, y trazar un plan de pago que se ajuste a nuestras posibilidades reales de pago, gestionando este pago en medida a su prioridad. En ocasiones ampliar ese plazo en lo posible, amplia la capacidad de perspectiva del enfermo respecto a su situación actual y el porque de tal situación, sirviendo de recordatorio de porque se encuentra así y porque no quiere volver a situaciones pasadas.

Hasta pronto.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Separar problemas.


Tratado el 21/06/2013

Uno de los errores que cometemos más asiduamente todos los implicados en la ludopatía, es el de no separar problemas.
Una vez que nos vemos envueltos en la vorágine de la ludopatía y todo lo que ésta implica, al principio, frecuentemente vamos echando todo al mismo montón, sin pararnos a pensar si todas esas distintas cosas, suceden por la misma causa, o si tienen la más mínima relación con ella.

Que una persona sea ludópata y sobre todo en el momento actual está siguiendo un proceso de rehabilitación, no quiere decir que todas sus acciones estén influenciadas por su enfermedad. Puede ser cierto que en algún momento de su vida, la ludopatía haya sido el eje en torno al cual giraba su existencia, pero eso no es motivo suficiente para pensar que no existiesen también otros factores que completasen, moldeasen y rigiesen en ese momento de su vida, y por supuesto en los sucesivos.

Al igual que el comportamiento del familiar del ludópata, respecto a éste, no siempre está motivado por el conocimiento de dicha ludopatía y sus consecuencias. Por lo tanto permanecer siempre a la defensiva, pensando siempre en la ludopatía como motivo para todo, nos lleva de cabeza a todos, a los reproches infundados y a situaciones incomodas, que más tarde cuestan mucho subsanar.

Cierto es que en algunos casos, como el que se trató en la terapia de ayer en mi asociación, con desapariciones de objetos por medio, cuando ya ha habido ciertos antecedentes de casos similares, en los que el ludópata a tomado parte, son difíciles de separar por parte del entorno del enfermo en cuestión, y que el restablecimiento de la confianza puesta en él anteriormente, difícilmente volverá a ser completa. En situaciones como ésta, el enfermo debe ser consciente y darse cuenta, de que aunque puede que en ese caso en particular él no tenga nada que ver, esa desconfianza y actitud por parte del entorno, es algo que él se ha estado ganando a pulso y con matricula de honor, durante mucho tiempo atrás y que por lo tanto, seguramente también durante mucho tiempo, tendrá que seguir sufriendo sus consecuencias.
Este puede ser un claro ejemplo de lo difícil que resulta a veces poder separar problemas, pero no por ello se tiene que dejar de intentar al menos. Aprender cosas como esa, es uno de los motivos por los que acudimos a las asociaciones; también por cosas como esa, son por las que todos debemos seguir lo mejor posible las medidas preventivas, ya que es el único medio que tenemos para intentar que no se repitan en el futuro.


Hasta pronto.

martes, 17 de diciembre de 2013

Cambio de hábitos y costumbres.


Tratado el 06/06/2013

En ocasiones anteriores ya hemos hablado de la importancia de ser claros a propósito de cómo queremos vivir y como establecer y proponer objetivos y cambios específicos. Por eso y para no cansaros demasiado repitiendo una y otra vez mi propia opinión, en esta ocasión, me limitaré a mostraros parte de un articulo que he encontrado en la Web “Cambiando el rumbo”


Ahora que hemos decidido que queremos cambiar, pero sobre todo que cambiar, ahora que nos hemos aclarado a nosotros mismos cuáles son los aspectos a modificar para ser mejores personas, para vivir mejor, para querernos más, llega la parte menos fácil.
No os quiero asustar o hacer que tiréis la toalla, pero decidir cambiar algo y tener clara la dirección no es suficiente. Se necesita HACER, ACTUAR. Pasar de las ideas a la acción, de las palabras a los hechos. Y como en todas las cosas importantes de nuestra vida, no será un camino de rosas. El camino hacia la libertad y la felicidad, nos llevará a librar una batalla contra algunos enemigos que se opondrán a nuestra voluntad de cambiar y se interpondrán entre nosotros y la mejor versión de nosotros mismos.
Pero nada de miedo, como en todas las batallas, si conocemos al enemigo tendremos más posibilidades de ganar. Los enemigos más agresivos que encontraremos a lo largo del recorrido serán tres. Costumbres o hábitos, miedo a lo desconocido y soberbia.
Empezamos hablando de las costumbres o hábitos. Los hábitos son los principales agentes limitadores del desarrollo personal en términos de cambio. Definimos, antes de nada, la personalidad como aquello que los demás ven de nosotros: Se refleja a través de actuaciones, posiciones y comportamientos.
Las costumbres representan el 1’80% de nuestra personalidad (por tanto, de nuestro comportamiento). Hábito significa reaccionar siempre del mismo modo ante una situación típica. No uso por casualidad la palabra reaccionar . Las personas fuertemente metódicas se guían por el modelo estímulo-reacción. Al producirse un estímulo, casi automáticamente reaccionan de una manera consolidada, formada por innumerables experiencias anteriores. Es esto lo que hace que la costumbre sea así de fuerte: deriva del saber hacer, y es el saber hacer lo que nos hace seguros. Una costumbre es automática: estamos en grado de hacer algo sin pensar y por ello de hacer también otra cosa contemporáneamente.  Obviamente, debido a estas características, no todas las costumbres son deseadas. El hecho de reaccionar siempre del mismo modo limita el campo de elección de nuestras posibilidades sin darnos cuenta. A la larga dejamos de buscar alternativas, pero nos concentramos en consolidar y afianzar mejor aquello que exprimimos habitualmente.

El esfuerzo debería ser, en cambio, aquel de pasar del modelo estimulo-reacción a un modelo más funcional de pensamiento dónde al alcanzar un estímulo, donde somos capaces de valorar distintos tipos de acciones y elegir la mejor, la más funcional a nuestra situación. Para ello es necesario alcanzar un adecuado nivel de consciencia en nosotros y de aquello que nos rodea, debemos ejercitar la creatividad y la intuición, y seguir nuestros principios y valores. Estos aspectos nos ayudan a desarrollar distintas alternativas entre las cuales poder elegir la mejor acción.

Busquemos un ejemplo. Si al experimentar un estímulo como el hambre yo actuase siempre automáticamente cocinando un plato de pasta con tomate, podríamos sobrevivir. Este es el modelo estímulo-reacción, donde la costumbre es cocinar siempre la pasta, porque me viene bien, porque soy un experto, o porque no se cocinar otra cosa. Ni quiero aprender a cocinar ni me interesa siquiera saber más allá del estímulo- hambre que siento.
Si, en cambio, al sentir hambre empezase a razonar en otros términos, preguntándome, por ejemplo, qué hora es y si la mejor opción fuese una merienda rápida o una comida sustanciosa. ¿Qué debo hacer después de haber comido? ¿Debo trabajar? ¿Hacer la compra? ¿Hacer deporte? ¿Dormir? ¿Qué puedo comer que no me perjudique la salud? ¿Qué puedo cocinar con lo que tengo en la nevera? ¿Qué puedo cocinar para terminar las cosas que están a punto de caducar, visto que uno de mis valores es no desperdiciar nunca la comida?

Actuando de este modo, creamos distintas posibilidades para satisfacer el estímulo del hambre, pero en un modo creativo, ecológico y ajustado a nuestros valores. Estoy saliendo de la costumbre de actuar siempre cocinando pastas. El ejemplo, repito, es apropósito banal, pero ejemplificativo. Mucha gente reacciona así cuando debe llenar un agujero en el estómago, pero no lo hace por cuestiones igualmente importantes o más importantes aún. Muchas personas reaccionan siempre de la misma manera frente a una discusión con su pareja, a veces gritando o poniendo morros, muchos de nosotros actuamos del mismo modo cuando discutimos con un jefe o con un empleado. Somos conscientes de ello, de hecho después nos arrepentimos y decimos “siempre acaba así. Debo cambiar” o bien “yo sabía que acabaría así, porque se como soy”.

No todos los hábitos son negativos. Tenemos costumbres buenas, funcionales, y otras en cambio absolutamente indeseables, de las que deberíamos desprendernos. El objetivo de nuestra vida es vivir de la mejor forma posible, por tanto, cada uno, según sus propios principios, ideales, valores sabe exactamente cuáles son los propios hábitos que debemos mantener y cuáles, por el contrario, debemos cambiar o modificar en el mejor de los casos. Bien, ahora probemos a cambiar los hábitos perjudiciales.

Preparamos dos listas, la primera contiene las costumbres que no nos gustan, son de las que debemos desprendernos. Procedamos:


  • Escribimos los hábitos que queremos eliminar o cambiar. No es algo banal. Superficialmente podemos considerar que casi todo va bien, pero reflexionemos mejor. Pensemos en todo lo que nos ha limitado en nuestro éxito, en nuestro bienestar, en nuestra felicidad y en nuestra salud. Pensemos en nuestros momentos de frustración y en su causa. ¿De verdad no somos capaces de reconducir ninguno de estos aspectos hacia uno o más hábitos?
  • Motivación. Una vez encontrados los hábitos sobre los que trabajar, los analizamos uno por uno de manera profunda preguntándonos: ¿cuál es la motivación que hay dentro de esta costumbre? ¿Qué nos da este hábito que otros no nos dan? Escribamos al lado de cada una de las costumbres cuales son los motivos que nos empujan a este comportamiento. Identifiquemos qué necesidades satisfacen estos hábitos.
  • Alternativas. Ahora que sabemos qué es lo que nos mueve a comportarnos siempre del mismo modo y qué necesidades son cubiertas por costumbres disfuncionales a eliminar, podemos trabajar para crear alternativas. Encontremos algo que satisfaga las mismas necesidades, la misma motivación, pero que sea positivo y funcional con nosotros y con los nuevos valores que queremos aprender y con los antiguos que queremos fortalecer.


A continuación la segunda lista; las costumbres que queremos adoptar. Aquí la cosa es más fácil, decidamos y actuemos. ¿Queremos practicar más deporte? Pues encontremos la actividad hecha para nosotros, no la primera que encontremos, sino aquella que nos guste. Probemos el gimnasio, correr, bicicleta, el tenis, la natación… en definitiva, después de encontrar la actividad adecuada, busquemos un amigo con quién realizarla. Al principio esta “alianza” nos ayudará a divertirnos y a mantener la ‘obligación’ hasta que se haya convertido en un buen hábito. Cada cambio importante es más fácil de afrontar con aliados a nuestro lado que nos ayudan a seguir adelante y a permanecer concentrados en el objetivo.  Ahora que tenemos también la lista de los nuevos hábitos a asimilar. Comparemos las dos listas. ¿Hay alguna de las “buenas” que puede ayudar a suprimir una de las “malas”? Me explico: si en la lista de las “malas” estuviera ‘encender el ordenador después de la cena para ver el correo del trabajo’ y en la lista de las “buenas” hubiéramos escrito ‘pasar más tiempo con mi pareja’ me parece fantástico. Olvidemos a propósito el portátil en el trabajo, en el coche o en el garaje: cenemos, después pidamos a nuestra pareja sentarse a nuestro lado y hablar. Veamos una película, o lo que sea, pero juntos. Realicemos cosas que nos hagan sentirnos bien.

En conclusión, habituemonos a estar bien.

La última cosa. Si no queréis (o no lo necesitáis) modificar grandes hábitos o costumbres, os aconsejo cambiar un poco aquellas pequeñas manías. Cambiad cada poco de camino para ir al trabajo o a hacer la compra, cambiad vuestro sitio en la mesa, modificad el orden con el que hacéis las cosas cuando os levantáis: Es decir, acostumbrémonos a no ser monótonos también en las pequeñas cosas, nuestro cerebro nos lo agradecerá.

Fabio Parietti
Traducción: Cristina Yuste Hernández


Como podéis observar, el artículo no está relacionado con la ludopatía, pero creo puede servir perfectamente para nuestro caso, como para cualquiera en el que sea necesario un cambio de hábitos y costumbres.

Hasta pronto.

viernes, 13 de diciembre de 2013

¿La rehabilitación es posible? ¿Cuándo se puede hablar de estar rehabilitado?


Como todos sabéis yo no soy ludópata, si no familiar de uno y por lo tanto como tal daré mi opinión.
Para empezar, considero y creo firmemente que la rehabilitación, si es posible; en caso contrario todos los esfuerzos realizados desde hace tanto tiempo por toda la familia, serian un sinsentido y una lamentable perdida de tiempo.
En cuanto a cuando se puede decir que un ludópata está rehabilitado o no y como digo desde mi punto de vista como familiar, creo que desde que el/la ludópata es capaz de cumplir las medidas preventivas sin necesidad de que alguien tenga que estar detrás de el/ella para hacerlo se puede hablar de rehabilitación. Por supuesto eso es algo que no llega así como así, de la noche a la mañana, se necesita de mucho tiempo para ello, a decir verdad varios años, quienes por confiarse en exceso antes de tiempo y creerse ya preparados, dejan de asistir a las terapias de grupo y van  abandonando el cumplimiento de dichas medidas preventivas, sobre todo entre el año y los dos años o poco más, multiplican considerablemente tal y  como muestran las estadísticas, el riesgo de recaída.
Pero quienes mantienen su afán por permanecer rehabilitados y son conscientes que el peor enemigo de un ludópata, es él mismo y el exceso de confianza en sus posibilidades,
pueden llevar perfectamente una vida totalmente normal, sin juego y manteniendo las medidas preventivas en el punto justo, acorde con los conocimientos adquiridos en toda su etapa de permanencia en una asociación, que sin duda y a día de hoy, es el mejor método de aprendizaje y mantenimiento, de todo lo necesario para rehabilitarse de manera correcta y mantenerse de esta forma, el mayor tiempo posible.
Seria interesante poder contrastar vuestras opiniones al respecto.

Hasta pronto.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Juego patológico.









La definición de juego patológico o ludopatía, es algo que en estos tiempos de Internet se encuentra rápidamente a poco que se busque.
Se puede encontrar explicado de distintas maneras y también desde distintos puntos de vista:

  • De forma científica y profesional. Con abundantes, metódicos y largos estudios, realizados por reputados psiquiatras y psicólogos, que de manera fría y calculada al milímetro, tratan de ayudar con su trabajo a quienes padecen está enfermedad y de paso, pero no por ello dándole menos importancia, tratando de obtener con ello fama y fortuna. Por poner un ejemplo y de esa manera evitar extenderme mucho con esta entrada pondré el enlace siguiente. www.cop.es/colegiados/t-00932/juego.html Si lo echáis un vistazo, comprobareis que al igual que otros muchos que es posible ya hayáis leído, se centra en explicar las conclusiones a las que ha llegado un cierto número de profesionales, basándose en lo que otras personas les han explicado directamente a ellos o a terceras personas, que ya habían publicado anteriormente otros estudios. Con todo ese material se trata de profundizar algo más y “voila” un nuevo estudio en el mercado y reconocimiento para sus autores.
  • De manera emocional y personal. Método utilizado desde las múltiples asociaciones de autoayuda, formadas jugadores rehabilitados, blog y foros de opinión.

Lo que ocurre es que entre saber lo que es y asimilar que eso es lo que nos ocurre a nosotros y que por lo tanto tendremos que convivir con ello, segundo a segundo de por vida, existe un gran trecho. Justo por eso en las asociaciones, no es difícil encontrar quienes después de mucho tiempo en ellas, se sepan la teoría al dedillo pero que estén en “pañales a la hora de poner esos conocimientos en practica.
En definitiva que en esta enfermedad, al no disponer de medicamentos específicos para su tratamiento y mejoría, lo único que nos queda para buscar una rehabilitación, es recopilar la máxima información posible sobre ella y seguir una serie de medidas preventivas para mantenerla bajo control de por vida.

Hasta pronto.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Miscelánea.


He puesto este curioso titulo a la entrada porque ayer el tema del día en la asociación fue libre.
Por lo tanto se trataron de forma breve varias cuestiones, por supuesto y como suele ser habitual se hablo del dinero, para ser más exactos de los distintos puntos de vista entre ludópatas y familiares sobre el control del dinero.
Es algo habitual que los enfermos aún no se han dado cuenta de la verdadera importancia a la hora de cumplir con esta medida preventiva, se quejen del poco dinero que pueden manejar en su vida diaria, sin pararse a pensar en si realmente necesitan más para cubrir las necesidades reales y no es tan solo, por el típico “por si acaso” que en realidad no es otra cosa que la necesidad que sienten de llevar un dinero “extra” encima que no haría otra cosa que perjudicarlos seriamente al servir de fuerte tentación, cuando no se tienen todavía las ideas completamente claras al respecto.
En ocasiones ejercen tal presión en quienes les llevan el control, que llevarlo a cabo, se hace prácticamente inaguantable terminando por explotar en frecuentes discusiones. Antes de hacer ese tipo de presión seria conveniente que se parasen a pensar que eso se hace así por el bien de todos y no por capricho y también en si sus demandas son posibles, con la situación de la economía familiar en ese momento que tal vez necesite emplear ese dinero en otras cosas más prioritarias para todos, que un mero capricho particular como pueda ser el tomar unos vinos, fumar más o menos.



También se trató de la actitud de los enfermos después de un tiempo de permanencia en la asociación, siendo unánime la sensación de mejoría en todos ellos a pesar de algún que otro “pero”. Claro que en este punto también hay que decir ocurre de igual manera entre los familiares, ya que todos estamos en la asociación para intentar al menos mejorar.


Otro tema tratado una vez más fue el de los juegos sustitutorios, con el consiguiente debate de cuales pueden estar “permitidos” por considerarles de habilidad o cuales no por ser de azar. Por mi parte lo tengo claro que juegos de azar como es lógico ninguno y los considerados de habilidad si, con la limitación que imponga la propia actitud del ludópata ante tal juego o evento, si se denota una alteración en su comportamiento como irritabilidad, ansía por ganar a toda costa, dejar de realizar otras labores por jugar, incapacidad de mantener el tiempo destinado para dicho juego,…o cualquier otro cambio negativo en su conducta, lo mejor es dejar de practicar cualquier tipo de juego y curarse en salud.



Como se puede apreciar en la imágenes, no es lo mismo obsesionarse con un juego, que disfrutar y divertirse en compañía de otros con el.

Por cierto y aprovechando que se acercan las navidades con el al menos en España, típico sorteo de navidad y rifas de todo tipo de papeletas para cestas y regalos, (no se si en otros lugares sucederá igual) os incitaré todos estos días hasta entonces a extremar más si cabe, las precauciones y poner en practica el ¡NO! «No dejaros tentar por tradiciones ni zarandajas por el estilo, que pueden tirar por tierra lo conseguido hasta el momento»
Hasta pronto.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Precipitación de acontecimientos.

  
El sábado en la asociación hablamos de la película del  2007 “El jugador” dirigida por Azucena Rodríguez. Una película muy interesante y que nos relata como se desarrolla la vida de Carlos, un jugador empedernido que no es consciente que en realidad es un ludópata y a causa de ello comete todo tipo de desmanes poniendo en serio riesgo la estabilidad de su familia que se ve desbordada por los acontecimientos.
Desde luego a mi parecer, es una de las películas que mejor relatan el tema de la ludopatía, puesto que lo trata desde muchos puntos de vista:
  • El de la esposa, que a pesar de ser consciente de lo que pasa, trata de tapar en lo posible el problema, por no saber cómo hacerle frente.
  • El de la hija mayor, que quien se rebela contra su padre y la única capaz de plantarle cara en la familia.
  • El del hijo, que a pesar de conocer lo que ocurre, tampoco sabe como actuar y en algunas ocasiones le presta dinero a escondidas e incluso le permite jugar a videojuegos.
  • El del amigo, que trata de ayudarle en lo posible, pero que tampoco sabe como ayudarle, debatiéndose entre la fidelidad a su amigo o comentar lo que observa con la esposa de este.
  • El de los vecinos, que tan solo ven en él a un ladrón sinvergüenza.
  • El del camarero, al que a fin de cuentas, lo que le importa es su negocio.
  • El de quien le ha ganado dinero y le presiona para que se lo pague lo antes posible.
  • El del jefe, que a pesar de sus sentimientos hacía Carlos, debe tomar una decisión difícil e indeseada.
Todo ello envuelto en un clima, que a quienes por desgracia hemos pasado por situaciones semejantes, nos hace sentir reflejados en la película, tal cual estuviese relatando escenas de nuestra propia vida; desde luego tanto su directora como todos y cada uno de los actores que intervienen en ella, lo bordan.

El desarrollo de la trama, comienza con un Carlos ya desbocado y en caída libre que precipita toda una serie imparable de acontecimientos.


Por todo ello, desde luego recomiendo el visionado de dicha película a quien esté pasando por una situación similar a ésta, y a toda la sociedad en general para que tome conciencia de lo que representa un drama como este tanto para la propia persona que lo padece, como para todo su entorno que lo sufre, especialmente su familia más directa con la que convive.
Hasta pronto.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Integración familiar.


Tratado el 13/06/2013.

Que la integración familiar es algo positivo y necesario, creo que no lo pone nadie en duda. Ahora bien otra cosa bien distinta, es qué caminos son convenientes y necesarios para llegar a esa integración .
Al hablar de este tema en la asociación siempre se le oye decir a algún compañero, que cuando el enfermo después de conocida en casa la enfermedad da un portazo y sale huyendo de una pregunta, da una mala contestación, o responde con monosílabos, no lo hace por soberbia ni por egoísmo al preocuparse únicamente por sus sentimientos, sino que lo hace por sentirse acosado una y otra vez con la misma pregunta y queriendo tratar el mismo tema.
Por mi parte y sin dejar de reconocer que en algunas ocasiones puede suceder algo así, me parece que ese no es el punto de vista más imparcial, tal vez por no estar lo suficientemente meditado, puesto que una mala contestación a una pregunta inquiriendo como se siente ese día, o sencillamente preguntando qué tal lo ha pasado, no debe ser motivo para tal respuesta. Debería comprender que su entorno también lo está pasando mal y que esta intranquilo y preocupado por como se encuentre él o ella dependiendo del caso, ya que en buena parte la tranquilidad que envuelva el ambiente entre ellos en esos momentos, dependerá en gran medida de ello.

Además de que si es necesario repetir muchas veces una misma pregunta, indica que en
las ocasiones anteriores no se ha obtenido una respuesta clara, tan solo evasivas, o directamente silencio, quedando patente varias cosas, como la falta de intención de dialogo (algo muy importante para la integración familiar), no llevar a la practica el famoso punto tantas veces tratado en la asociación de que el enfermo debe ir un paso por delante (con lo que se evitarían muchas de esas preguntas) y un evidente desprecio a los sentimientos del familiar, pensando que al ser ellos los enfermos, son los únicos que lo están pasando mal.
En ocasiones ciertamente, más que por soberbia, estas reacciones pueden producirse debido a fuertes sentimientos de culpa por parte del enfermo, los cuales le llevan a un constante estado de tensión y alerta creyéndose atacado continuamente.
Ambas partes deben recapacitar y darse cuenta de que si están en una asociación es porque quieren alejarse de ese tipo de situaciones de angustia, que las dos partes deben aprender una nueva forma de comportamiento, en función de las necesidades de cada caso, y que todos ellos, deben tratar de tener paciencia en los posibles errores de los demás, haciéndoselos ver de forma que nadie se pueda dar por ofendido, sin recriminaciones, de buenas maneras, pero sin pasarlos por alto para evitar posibles confrontaciones, puesto que esa actitud podría traernos peores consecuencias en un futuro no muy lejano.

Hasta pronto.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Nivel de autoestima.


Puede parecer que es un tema similar al tratado en la ocasión anterior, al hablar de seguridad en uno mismo y autoconfianza, y realmente comparte muchos de sus planteamientos con el, pero se trata de profundizar algo más.
De hecho en muchas ocasiones comentamos que a pesar de tener seguridad y autoconfianza en nuestra capacidad para ciertas cosas, como el trabajo, los hobbies o nuestra capacidad para relacionarnos con las demás personas, no somos capaces de superar ciertas cosas, no llegar a comprender el por qué de ellas, y por qué a nosotros, por ello nuestra autoestima en esos casos puede verse por los suelos.
La asistencia a terapias y la participación en ellas, suele ser un método eficaz para comprender y aprender como superar estas situaciones haciendo con ello que nuestro nivel de autoestima suba, por supuesto y como en casi todo lo referente con los sentimientos, es conveniente no pretender correr, todas las cosas requieren su tiempo y tratar de acelerarlas puede llevarnos a situaciones poco o nada deseables. Verse reflejado en otras personas y sentir que no somos los únicos con un problema similar al nuestro y a la vez, ver que otros han sido capaces de superarlo, es algo que da confianza, que indica que tenemos posibilidades de éxito.
Pararse a pensar las cosas, no tomando decisiones en caliente nos permitirá razonar mejor
lo que nos ocurre y sus posibles soluciones y consecuencias, permitiendo con ello que tengamos una mayor sensación de control y de toma de decisiones, algo que en la mayor parte de los casos permite subir nuestro nivel de autoestima.

Hasta pronto.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Seguridad en uno mismo y autoconfianza.


Tratado 28/04/2013.

Ambas cosas deben ser metas a conseguir en una rehabilitación, con la ventaja de que una lleva a la otra, facilitando con ello las cosas. Ahora bien, se debe tratar de que estas sensaciones sean realistas y no producidas por la fantasía de una mente acostumbrada a volar alocadamente.

¿La seguridad en uno mismo es algo bueno? Si, pero en su justa medida y a su justo tiempo.

Como dije en el comentario anterior sobre este mismo tema, para conseguir tal cosa se debe trabajar con empeño y duramente, durante mucho tiempo, no es algo que se consiga así por las buenas de repente y tan solo por hacer un par de cosas bien, creer algo así podría llevarnos a grandes problemas, motivados por una falsa autoconfianza en nosotros mismos y nuestras posibilidades reales en ese preciso momento de la rehabilitación.
Cosas como esa, motiva frecuentemente abandonos precipitados de las terapias, dejar de cumplir medidas preventivas, relajar las que se siguen cumpliendo,…
Todo un extenso plantel de posibilidades que más tarde se tornan en lamentaciones tras una recaída.
Llegar a una asociación pensando que se es el peor ser del mundo y en dos días pensar
todo lo contrario, es claro síntoma de tener una mente fantasiosa típica de jugador, que dependiendo del azar y si la combinación que sale en una apuesta es favorable o no, cambia rápidamente de una situación al extremo opuesto. Esa forma de razonar y actuar debe ser corregida mediante el trabajo diario y la aplicación de las medidas preventivas.

Por supuesto en esto también debe tomar parte activa el familiar o acompañante que quiera prestar una ayuda real, ¿Cómo? No confiándose en exceso con los pequeños logros conseguidos, estos se deben valorar, disfrutar y estimular para que vayan en aumento, pero sin bajar la guardia precipitadamente puesto que en ocasiones el enfermo comienza la rehabilitación, o mejor dicho la abstinencia para eso precisamente, conseguir que el familiar se relaje y volver a las andadas, si el familiar permanece atento y sigue cumpliendo las normas al pie de la letra, puede influir en dar el tiempo necesario al enfermo para ver con mayor claridad las cosas y empezar una rehabilitación propiamente dicha, por convencimiento, por él, no para salvar un expediente y hacer olvidar de forma ficticia ciertas cosas.

Ahora, fustigarse una y otra vez con los errores cometidos en el pasado, tampoco es para nada conveniente puesto que puede retrasar la rehabilitación al no permitir desarrollar la iniciativa propia, dejándose llevar por los demás y los acontecimientos.

Debe quedar claro que una rehabilitación no es vivir continuamente en el ostracismo sino todo lo contrario, vivir participando activamente en todo como cualquier otra persona, a excepción del juego de azar y apuestas, que deben quedar apartados por completo y en cualquiera de sus múltiples facetas, de la vida de todo ludópata en rehabilitación.

Hasta pronto.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Sinceridad y transparencia.


Tratado el 21/07/13.

Como podéis comprobar este es uno los temas más veces tratado y eso es así, porque dada su importancia es algo prioritario a conseguir.
Se nos llena la boca diciendo que queremos empezar una nueva vida, que lo pasado… pasado está, que no queremos tener prejuicios, que queremos dar y recibir confianza, y tantas y tantas cosas más. Cosas muy loables por cierto y claramente necesarias para una buena convivencia, pero imposibles de lograr si no se las sazona con fuertes dosis de sinceridad y transparencia.
¿De qué nos vale una nueva vida si la cimentamos sobre un cúmulo de mentiras y ocultaciones? ¿Cómo no se va a hacer reproches a alguien, a quien continuamente le pillan en una mentira tras otra? ¡Por supuesto que se tendrán prejuicios sobre quien miente sin parar! Es más, de persistir en esa actitud, la relación terminará por romperse.
Como veis en ningún momento me he referido a nadie en particular, en esta cuestión es igual que se sea el enfermo o el familiar, todos debemos aportar esas dos cualidades a la relación, ¿Quién no es sincero, cómo puede exigir que lo sean los demás? Por cierto, no debemos caer en la trampa de pensar que las medias verdades, la ocultación de las cosas, o tratar de liar a los demás para poder ocultar lo que nos interesa, no es una forma más de mentir, puesto que para el caso es lo mismo.
La relación entre las personas no es lo mismo que si de un juicio se tratase, en el que a una pregunta concreta se le deba dar una respuesta especifica, la relación entre las personas y mucho más si son queridas, se sostiene en la confianza reciproca, que a su vez se basa en la sinceridad y transparencia que exista entre ellas.
Hasta pronto.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Juegos sustitutorios.


Tratado el 07/04/13.

Otra vez vuelvo a la carga con este tema tan debatido y en ocasiones poco o nada entendido. Al tratar este tema la gente empieza a divagar poniendo toda una interminable serie de ejemplos, como tratando de encontrar una especie de salida por si un día y por casualidad, “no tuviese más remedio que jugar a algo” sin darse cuenta de que todas esas situaciones posibles, no son otra cosa que las típicas excusas de quien aún no ha aprendido que todo consiste en saber decir ¡NO!
Que si el compañero más pesado que nadie, que por matar el tiempo con la familia, que si los niños, que si esto y lo otro. Pero bueno vamos a ver, ¿es qué es tan difícil de entender algo tan sencillo como que un ludópata no debe jugar NUNCA más a ningún juego de azar y apuesta? ¿Es qué no somos capaces de comprender que por intentar matar ese rato en familia, podemos terminar matando nuestro futuro y posiblemente destrozar el de esa misma familia?

La vez anterior que traté este tema puse unos ejemplos intentando dejar claras las sutiles diferencias que pueden existir en dos situaciones aparentemente similares, creo que en esos ejemplos se apreciaba suficientemente el gran abismo que puede separar unas de otras. Y eso amigos míos, por mucho que pretendamos intentar darle un enfoque distinto a las cosas, la verdad es que en el interior de cada uno de nosotros, ludópatas o no, sabemos perfectamente lo que está bien y lo que no lo está tanto, por eso que alguien que lleva relativamente poco tiempo en la asociación se excuse a la hora de no saber decir no, diciendo que juega un boleto en una rifa no por jugar, ni tan siquiera por el premio que encima no es en metálico, sino por contribuir en una u otra causa,… deja claro que algo falla en su rehabilitación, pero como se suele decir “está en el comienzo de un largo camino" y es fácil que aún no conozca todos sus baches, pero que piensen e incluso obren de forma similar quienes
llevan bastante tiempo en ella, no es ni medio normal. Eso es una clara muestra de que cuando se lleva un tiempo y se empieza a confiar uno en demasía, piensa que la cosa no es para tanto, sin pararse a recordar sus comienzos cuando también creía que todo estaba controlado y que solo estaba pasando un rato agradable. Que pena que las personas tengamos una memoria tan frágil para según que cosas.

Hasta pronto.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Reconocimiento de la ludopatía como enfermedad.


Reconocer que la ludopatía es una enfermedad, es un paso muy importante a la hora de intentar la rehabilitación del juego, no solo por parte del propio ludópata sino también por parte de su entorno más cercano. Ver y entender la ludopatía como una enfermedad y no como un vicio causa en todos una sensación positiva, no es lo mismo sentirse un indeseable que a jugado con la confianza de todos, destrozando y arruinando todo a su paso, que ser un enfermo que tan “solo” necesita aprender y seguir con el apoyo y tutela de otras personas una serie de medidas preventivas, para conseguir mantener el juego apartado de su vida. Y que me dicen de quienes pretenden ayudarle, tampoco para ellos es lo mismo tratar de ayudar a ese vicioso mala persona y sin sentimientos, que ha alguien enfermo que es incapaz de controlarse por si mismo.
Con el reconocimiento de la enfermedad, todo se vuelve más sencillo, que no fácil, puesto que de fácil no tiene nada, conseguir una buena rehabilitación es algo que a todos, no solo al enfermo les costará mucho trabajo y tiempo lograr, pero que cuando se logra es altamente gratificante y compensa todo ese esfuerzo realizado.
Poco a poco la sociedad en general va cambiando y es más fácil encontrar información y grupos de autoayuda al respecto, pero por desgracia no en un nivel suficiente, ni tan siquiera aceptable. Es mucho el beneficio que para algunos crea el juego, incluyendo a los gobernantes por medio de los impuestos, que lavándose las manos tal y como hizo Pilatos en su día, por medio de unas lastimosas ayudas a las asociaciones, se desprenden del problema de otros muchos, no solo de los ludópatas sino también de sus familias que sufren las consecuencias, permitiendo y animando el continuo auge del juego en todas sus facetas.
A modo personal, la aceptación por mi parte como enfermedad de la adicción de mi esposa al juego, me permitió una implicación más a fondo en cuanto a mi participación en su rehabilitación, dejándome ver lo que nos estaba ocurriendo desde otra perspectiva libre de reproches y acusaciones, que lo único que lograban era empujar con más fuerza a mi esposa hacia el juego.

Hasta pronto.

jueves, 7 de noviembre de 2013

¿Estamos preparados ante una recaída?


Este tema le hemos tratado en distintas formas anteriormente, y tal y como dije en la última (27/06/13) cuando nos hacen o hacemos esa pregunta, por mucho que contestemos si o no. Intentando razonar nuestra respuesta, diciendo que:

  • Si, por lo mucho aprendido en las terapias, de los compañeros, en Internet, libros, o por cualquier otro medio.
  • No, por lo mucho sufrido y el no estar dispuesto a pasar por el mismo infierno nuevamente.

La verdad es que es imposible que sepamos nuestra reacción ante tal hecho hasta que suceda, si es que llega a pasar alguna vez, lo que no es necesario ni agradable para nadie. Y si bien es cierto, que en algunas ocasiones la recaída puede ser un revulsivo para quienes no se pusieron las pilas desde el primer momento, no es menos cierto, que tener que pasar por el intenso sufrimiento que conlleva la recaída, para darse cuenta de la seriedad de la enfermedad y por mucho que se aprenda de ella, no deja de ser una gran perdida de tiempo en nuestra rehabilitación.
Si es cierto que a medida que vamos aprendiendo cosas sobre la enfermedad y los comportamientos asociados a ella, también aprendemos que la recaída es algo que puede producirse en cualquier momento en el que bajemos las defensas contra la enfermedad, pero eso no quiere decir para nada, que alguna vez se pueda estar preparado para ella cuando ésta se presenta. Si no somos capaces de saber que humor vamos a tener al día siguiente o dentro de un rato al conocer alguna noticia, ¿cómo vamos a ser capaces de saber como reaccionaremos tras una recaída, por mucho que sepamos que esa posibilidad pueda darse?
Creo que seria más sensato, enfocar todo nuestro esfuerzo en aprender a poner en práctica los medios a nuestro alcance para no recaer, las famosas medidas preventivas.
Esas mismas que nos empeñamos en tratar de amoldar a nuestros intereses, en lugar de hacer lo contrario y cumplirlas a raja tabla. Eso si, cuando llegan las temidas recaídas, todos pensamos “si hubiese cumplido esa medida preventiva tal y como debería haberlo hecho, esto no habría pasado”. Así una y otra vez. Vamos viendo caer compañeros a nuestro alrededor por no cumplirlas, y sin embargo seguimos haciendo lo mismo ¿Cuándo llegaremos a darnos cuenta que las experiencias vividas y sufridas por los demás, pueden servirnos a nosotros para no tropezar en la misma piedra?

Guardarse las cosas para uno mismo no es bueno nunca, siempre llega un momento en el que nuestro cuerpo y mente dicen “vasta” y terminan por derrumbarse. La esencia de las asociaciones, libros, foros y de este tipo de blogs, no es otra que precisamente la de ayudar a compartir ese peso entre todos, las enseñanzas que de ellos recibimos nos ayudan a llevar la enfermedad mejor, pero si no participamos, no compartimos, no nos expresamos, no nos desahogamos, echando fuera todo ese peso acumulado en nuestra mochila, llegará el día en que no tenga más capacidad y reviente destrozándonos con ella.
¿Qué significa, esperar a estar preparado para comentar lo que nos atormenta?
¿Es qué puede haber alguien más preparado que nosotros mismos para hablar de nuestra vida?
Nuestros problemas e ilusiones, nuestras metas y logros, nuestras ideas y pensamientos,… podrán estar equivocados o no, pero desde luego de lo que no hay duda es que nosotros mismos, como persona somos los únicos capacitados para decir como nos sentimos en cada momento, gracias a ello nos podrán ayudar y tal vez a la par lo que nosotros expresamos sea de ayuda para quienes se encuentren en situaciones parecidas.
Ya se sabe, para que unos puedan leer otros antes deben haber escrito.

Hasta pronto.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Valoración del dinero.


Tratado el 05/04/2013.


Me temo que poco puedo añadir a lo expuesto en la ocasión anterior, puesto que sigo considerando que el comentario se ciñe a lo que representa una generalidad o mayoría en el comportamiento de los ludópatas que acuden a las asociaciones.
Eso sí añadiré que por parte de los familiares, también debe ser importante dicha valoración. No es de recibo pedir al enfermo que aprenda a ajustarse a un pequeño presupuesto diario, tan pequeño que se reduce a lo más básico para cubrir las necesidades diarias, y que por parte del familiar no se cumpla cierto control en cuanto al gasto en cosas no necesarias, algo así como pequeños caprichos, los cuales en cambio si estamos pidiendo y obligando a los enfermos a restringir. Esas situaciones además de causar muy mal ejemplo en los enfermos, nos conducen a discusiones fácilmente evitables y que por desgracia se producen más habitualmente de lo que seria imaginable, los familiares debemos ser conscientes que estamos tratando de ayudar en la rehabilitación de nuestros enfermos y no de buscar pequeñas venganzas por los despilfarros que pudieran cometer durante su etapa como jugadores, salidas de tono como “más te gastaste tu en el juego” o cosas por el estilo para justificar estos gastos, son claros reproches que no justifican nada y que por el contrario crean situaciones altamente peligrosas en cuanto a peleas domesticas y recaídas se refiere.
Es trabajo del enfermo a aprender a valorar al dinero en su justa medida, si no quiere quedarse atrapado en una incapacidad permanente a manejar su propio dinero o el de su unidad familiar, pero también es trabajo del familiar, aprender a valorar ese cambio de actitud por parte del enfermo, posibilitando según esto vaya sucediendo, que el enfermo pueda intervenir en mayor medida en el control de la economía familiar, compartiendo entre ambos dicho control poco a poco.


El dinero no crece por si solo en el campo y por lo tanto, debe ser un compromiso de todos los integrantes de la familia su control y economía.

Hasta pronto.

jueves, 31 de octubre de 2013

Conocimiento de la ludopatía y métodos individuales para combatirla.


Tratado el 14/03/13.

Como es lógico para poder poner remedio a algo, primero se debe saber identificar de que se trata y los métodos para poder combatirlo. Por lo tanto acumular cuanta más información al respecto es lo mejor y ese debe ser el primer paso a seguir.
Lo primero que debe quedarnos claro, es que la ludopatía es una enfermedad crónica, progresiva y recurrente, por lo tanto todas nuestras acciones deben ir encaminadas en busca de una rehabilitación lo más intensa y extensa posible, puesto que al ser una enfermedad crónica la curación total (al menos a día de hoy) es imposible.
Un ludópata no debe limitarse a padecer la enfermedad y esperar que alguien busque una solución para frenar sus consecuencias. Tiene ser él mismo quien se encargue de poner el remedio pertinente para mantener aletargada en su interior la enfermedad, eso solo se consigue cumpliendo de forma estricta una serie de medidas preventivas, las cuales son comunes para todos y cada uno de los ludópatas. Además de estas medidas preventivas generales, cada uno particularmente puede y debe complementarlas con otras individuales y especificas para su caso en concreto, dependiendo de sus propias circunstancias y características, por ejemplo: no tiene las mismas necesidades quien trabaje fuera de su lugar de residencia, que quien pueda estar más controlado por aquellos con quienes conviva o quienes haya designado para ello.
Este tipo de medidas individuales, suele ser conocido con el término “cerrar puertas a la enfermedad” y cuantas más puertas se consigan cerrar, más pasibilidades se tendrá de conseguir una rehabilitación óptima.
Todos aquellos que pretendan servir de ayuda y apoyo al enfermo, deben a su vez tratar
de informarse lo mejor posible de todo lo relacionado con la enfermedad y con las medidas preventivas, esa es la mejor forma de poder ayudar de forma positiva, los gritos, reproches y malos modos, no son precisamente lo más recomendable para evitar que los enfermos tengan una recaída o dejen de pensar en el juego. Los familiares deben aprender a convivir con el enfermo, eso incluye aprender las medidas preventivas, seguir las específicas para los familiares y también controlar en lo posible el cumplimiento de las normas por parte del enfermo.
Los familiares no deben menospreciar los pequeños avances que enfermos vayan logrando, de forma que les ayude a subir en autoestima y de esa manera estar más receptivos a seguir trabajando día a día para lograr tan deseada rehabilitación.
Una buena rehabilitación está en manos del enfermo, pero es cosa de todos intentar conseguirla de la mejor manera posible.

Hasta pronto.

domingo, 27 de octubre de 2013

Calidad de vida.


Tratado el 10/02/2013.


Después de un tiempo en una asociación, cumpliendo las medidas preventivas, las cosas suelen verse de distinta manera.
Empiezan a notarse los primeros logros conseguidos gracias a los cambios de hábitos y costumbres, pero sobre todo, gracias al cambio en la forma de pensar de todos, enfermos y familiares. Por fin, y tal vez desde hace mucho tiempo, empieza a vislumbrarse una posible salida al problema que nos condujo hasta la asociación. Un grave problema que en muchas ocasiones no era considerado una enfermedad, ni por el propio enfermo, a veces este último es quien menos lo consideraba así, pensando que tan solo era un vicio y que con un poco de su parte podría llegar a controlarlo, antes incluso de que nadie pudiera llegar a darse cuenta de lo que estaba sucediendo.
Si el enfermo pone todo lo posible de su parte desde el primer momento de entrar en la
asociación siguiendo sus normas y dejándose ayudar sin poner impedimentos, los resultados no tardan mucho en ser perceptibles por todos, consiguiendo pequeños logros que no parecían posibles antes de comenzar la rehabilitación. Son esos pequeños logros los que dan animo y fuerza suficiente para seguir adelante en la lucha diaria que significa una buena rehabilitación, pues nada de lo conseguido es gratis, todo conlleva un esfuerzo por parte de todos, especialmente del enfermo que es quien debe ir un paso por delante facilitando el camino del familiar en su labor de control.
Al cabo de pocos meses echando la vista atrás, se aprecia la calidad de vida conseguida con el esfuerzo diario y fijándose en los compañeros que llevan más tiempo en una buena rehabilitación, es posible trazar nuevas metas cada vez más importantes, lógicamente situando estas dentro de nuestras propias posibilidades, la fantasía debe quedar fuera de nuestras vidas, ya se ha vivido anteriormente suficientemente en ella y justamente eso, nos llevó al punto del cual estamos tratando de salir, la destrucción económica, personal y social.
Poco a poco, las expectativas van cambiando hacia unas metas posibles, que nos brindan una calidad de vida aceptable y sobre todo real, no la fantasiosa de antes.

Hasta pronto.

jueves, 24 de octubre de 2013

Cambiar soberbia por humildad.


Tratado anteriormente el 11/04/13


En ciertas ocasiones solemos confundir el carácter con la soberbia. Por supuesto no es lo mismo, ni tan siquiera parecido.
Que una persona tenga carácter, es algo positivo y necesario, quienes carecen de el son fácilmente manejables ante los demás y eso puede llevarles a situaciones un tanto desagradables o inconvenientes, tan solo por no saber defender sus derechos o decir no, cuando es necesario.
La soberbia es algo muy distinto, es querer llevar la razón cuando no se tiene, no ser condescendiente con los demás y creerse por encima de todos aún en el caso de no ser así, ser incapaz de pedir disculpas cuando se ha cometido un error, o peor aún no ser tan siquiera capaz de verlo, es algo que nos hace en cierta manera repulsivos a ojos de los demás, alguien a quien a ser posible el resto de la gente trata de evitar.
Como dije en el comentario anterior el ludópata utiliza la soberbia como arma o herramienta para tratar de evitar preguntas incomodas, sin importarle que esa soberbia pueda producir discusiones con los demás, si de esa forma consigue eludir preguntas que pondrían en evidencia todo lo que trata de ocultar.
Por eso cuando desde la asociación se dice lo de cambiar la soberbia por humildad, para nada se refiere a que se conviertan en seres sin carácter incapaces de defender lo que consideren justo o sus ideas, sino que aprendan a controlar eses salidas de tono que una vez descubierta la enfermedad y estando haciendo las cosas como es debido, no tienen razón de ser. Por lo general si alguien necesita elevar la voz, salir con algún improperio, o arremeter de forma desproporcionada contra la otra persona sin razón aparente para salirse con la suya, una de dos: trata de ocultar algo, o sabe positivamente que no tiene razón, pero aún así quiere salirse con la suya.

Por otra parte, ser humilde no quiere decir ser tonto y dejar que los demás se burlen de uno sin hacer nada por evitarlo. Unas muestras de lo que significa ser humilde, pueden ser el tratar de razonar con alguien cuando se está convencido que se tiene razón, en vez de imponer la razón a la fuerza, sentir empatía por los demás y tratar de evitar a otros lo que nos gustaría que nos evitaran a nosotros,… tratar en definitiva ser lo más justo posible con quienes nos rodean y que en muchas ocasiones hacen casi lo imposible por tratar de ayudarnos y nuestra soberbia no permite que lo apreciemos.

Hasta pronto.